El "Sacrificio de Ifigenia"./ Arriba, parte central del mosaico encontrado en la ciudad romana de Ampurias, Gerona, Cataluña.

El mosaico emporitano del Sacrificio de Ifigenia, fue descubierto en 1848, siendo pieza importante de los restos de una casa romana; ya que constituía el recuadro central del pavimento de una de sus habitaciones. Dicho recuadro mide 60 centímetros de altura por 55 centímetros de ancho./ Abajo a la derecha.

miércoles, 31 de octubre de 2001

EL SEÑOR DE LOS ECOS


EL SEÑOR DE LOS ECOS
© JESÚS MORET Y FERRER, 2001
Filo-Factura 56 Obra hecha con Amor-Vol.1 No.5 ®*

I

- ¡Juan José! – llama la india Tacarí.
- ¡Juan José! – canto triste -; ¡te perdí!

... bajaba una colina
y allá abajo...
un arrollo;
cuyas aguas cristalinas,
resbalaban suavemente,
entre aquellos escollos
(esas piedras durmientes) ...
...
Nadé tras de ti,
que huías juguetona
en dirección al telón
de las aguas cayentes...
y, allí... (1)

            - ¡Relámpago! ¡Relámpago! – se escucharon los gritos de Juan José, llamando a su caballo.
            - ¡Relámpago! ¡Relámpago! ¡Relámpago! ¡Relámpago! ... – respondía el señor de los ecos.
            Era la hora vespertina y los exquisitos colores: rosas, naranjas, violetas, ... del señor de los crepúsculos, pasaron desapercibidos ante la inmensa tristeza ...
            Juan José, únicamente, tenía en su pensamiento el rostro de Relámpago (su hermoso caballo alazán); ... una lágrima rodó mejilla abajo mientras recordaba a su padre ... el día que lo había lazado ... había sido un salvaje ... ahora quizás había vuelto con los suyos ... la silla de montar permanecía a un costado del río, sobre una piedra, junto con el resto del arnés.
            - ¿ ... Será que Relámpago al sentirse desprovisto de sus atavíos ... se sintió libre? – se preguntó Juan José.
            Todo había sido un espejismo ... la hermosa princesa, que Juan José había visto en el sueño, se había desvanecido entre las cristalinas aguas... Relámpago, había desaparecido adentrándose en aquellas tierras desconocidas ... tierras sagradas ... tierras donde imperaba el señor de los ecos y a las que tenía prohibido ingresar.
            De pronto, el señor de las luces también se alejó ...
- Güi, güe, güi, güe, güi, güe, ...
- Uhuú, uhuú, uhuú, uhuú ...
- ¡Plashff!
- ¡Lo maté! – dijo Juan José, aplastando un inmenso zancudo que se había posado en su antebrazo izquierdo.
- ¡Lo maté!, ¡lo maté!, ¡lo maté! – respondió el señor de los ecos.
- ¡Plashff!, ¡plashff!, ¡plashff! - ... continuó Juan José, literalmente acribillado por tantos y tantos zancudos.
- ¡Noooooooh! – gritó desesperadamente.
- ¡Noooooooh!, ¡Noooooooh! – desesperadamente respondió el señor de los ecos.
Había entrado la noche...
- Gruuuaaa – un tronco crujió, cual el cerrar de una puerta...
... era una noche de Luna Nueva ... la espesura de la noche no permitía ver más allá de 6 ó 7 pasos. Alzó la mirada ... y no podía ver ni una sola estrella.
- ¡Noooooooh! ... – volvió a gritar Juan José.
- ¡Noooooooh!, ¡Noooooooh! ... – respondió el señor de los ecos.
Juan José, temblando de miedo desesperadamente, entró en pánico ... y, dando vueltas sobre si mismo ... intentando ver algo a su alrededor, tropezó con una rama, cayendo de bruces sobre un cují; que la tormenta había arrancado de raíz la noche anterior. Torturado, por las innumerables heridas que las espinas le habían producido, intentaba incorporarse; cuando, de repente, al mirar arriba, un fuerte resplandor... y, seguidamente, un trueno ensordecedor... le hizo desplomarse nuevamente sobre el cují. Trueno que parecía celebrar el señor de los ecos...
- ¡Noooooooh! ... – gritó Juan José de dolor.
- ¡Noooooooh!, ¡Noooooooh!  ... – repitió el señor de los ecos.
En aquel instante, Juan José sintió la voz de su madre...
- Hijo mío, te quiero mucho ... Cuando te sientas solo, triste, desamparado ... acuérdate de mí. ... quizás, entonces, yo no estaré ... y, es que el recuerdo de mi amor te permitirá ser valiente y enfrentar cualquier dolor ... y, como dijo un buen señor:
“¡Si en tu camino encuentras espinas;
busca, y encontrarás rosas!”
            Había empezado a llover ... ya sentía sus ropas y cuerpo empapados.
Una segunda luz y un segundo trueno más fuerte que el anterior..., seguido de las burlas del señor de los ecos, hizo que Juan José elevara su mirada... Era tan fuerte el dolor que le producían las espinas...; cuando recibió un baño de agua sobre su rostro (era una inmensa hoja que, habiendo acumulado gran cantidad de agua, no había podido resistir más, dobló, y vació su caudal sobre Juan José).
II

            Juan José despertó ... y, sentado a un costado de la cama, observó a Caribai (su hermosa esposa) y, reflexionando, se dijo a si mismo:
            - “... nuestros actos, no deben ser volátiles como nuestros sueños ... nuestros actos, deben ser producto de nuestras realidades ... deben ser trabajados ... nuestros pasos deben estar impregnados de amor, de alegría ... la vida, no debe ser una aventura...” – y, se recostó preguntándose:
            - “¿Cuántos de tus encantos aún no conozco?, ¿Qué tantas cosas bellas aún escondes, en esas, tan lejanas estrellas? ¡Oh mi gran diosa, Naturaleza!”. (2)
            Y, volvió a dormir...

III

Ya amanecía en el valle de los ecos... Juan José, recuperado, pudo disfrutar a plenitud de los rosas, naranjas, azules y primeros rayos del sol naciente.
- ¡Maco!, ¡Maco! – repitió suspirando, mientras observaba las montañas del este y recordaba al explorador aragonés que solía decir ¡Macu! (lindo) ...
- ¡Macu Maçó! -(lindo pico), repitió en alta voz.
- ¡Macu Maçó!, ¡Macu Maçó! – insistió el señor de los ecos.
... mirando a su derecha, afirmó:
- ¡Allí, sembraremos “Apios”! (3)
            ... y, prosiguió, pensando:
            - “Aprovecharé la luz de este bello día, para continuar explorando este, tan maravilloso, valle; antes de ir a contar a mis tíos Tacacariguas, y a mis tíos de Sevilla y de Aragón... que todo el dolor, que anoche sentí,... fue tan solo porque, al entrar, no solicité el debido permiso. Así pues,” – continuó, pronunciando estas palabras:
            - ¡Pido permiso al señor de los ecos, para estar en su territorio!
            ... y, continuó caminando hacia el norte, encontrándose con otro río; al cual se acercó y, pidiendo permiso para ensuciar sus aguas, lavó sus manos y su cara... cuando, sorprendentemente, observó en el espejo de las cristalinas aguas su rostro; pero, mayor fue la impresión, cuando vio otro rostro en las aguas... volviendo atrás la mirada; para constatar la presencia de...
            - ¡Estoy solo! – ¡gritó!  
            - ¡Estoy solo!, ¡Estoy solo! – respondió el señor de los ecos.
            Y, observando nuevamente las aguas, gritó:
            - ¡Cara!, ¡Cara!; ¡Cara!, ¡Cara!
            - ¡Cara!, ¡Cara!; ¡Cara!, ¡Cara!; ¡Cara!, ¡Cara!; ¡Cara!, ¡Cara! – respondió el señor de los ecos.
            Juan José, pudo observar en las aguas, La Imagen del segundo personaje completamente y, atónito, cayó de rodillas... Vestía igual hábito que “su tío” el misionero franciscano de Aragón; pero su rostro era joven... y llevaba un canasto con panes... Juan José, de rodillas, empezó a rezar.
            - Padre nuestro... danos hoy nuestro pan...
            Diciendo esto, extendió su mano derecha; para alcanzar una guayaba que venía río abajo. Y, en aquel instante, escuchó una voz como la de su padre; que parecía venir de La Imagen en las aguas...
            - Juan José, algún día serás grande... deberás saber, entonces, que nuestra existencia debe “corresponder a individuos organizados”..., responsables, y deseosos de servir; como dijo un buen señor: “¡Trabajar es: procurar que una belleza ordenada nos rodee!”
            La Imagen... se desvaneció.
            Ya el sol había remontado el cenit y Juan José decidió regresar a la tierra de los tacariguas ... Estaba ansioso de dar la noticia de su buena ventura ... a su madre Tacarí, a su padre Juan El Sevillano, y a sus tíos tacariguas, tíos sevillanos y tíos aragoneses... Debían perder el miedo a esas “tierras prohibidas” del señor de los ecos.
  
IV

            Juan José, contó su historia y todos le creyeron y, al siguiente día, colmados de emoción le siguieron... Muy temprano, en la mañana, entraron al valle; no sin antes, pedir permiso al señor de los ecos... Juan José, les mostró el cují que le había producido las heridas... y, continuaron valle adentro ... les mostró las montañas “Macomaco” y también las del norte, diciéndoles:
            - ¡Allí, sembraremos “Apios”!
            Luego, los llevó al hermoso surco de aguas... y todos estuvieron de acuerdo en fundar un pueblo a la margen derecha... se llamaría SAN DIEGO DE ALCALÁ en memoria del señor de los panes ... habría de ser un poblado muy especial...
            - Debemos planificarlo bien, ver con que recursos contamos ... hacer bien las cosas desde el principio ... y, ¡siempre hacerlas bien! ... Hacer, de nuestro trabajo, una experiencia que nos invite a disfrutar de la “buena aventura de vivir”...
            - ¡Relámpago!...
            - ¿Sí?, mi amor. – dijo Caribai, encendiendo la luz de la habitación... -  Debes levantarte para ir al trabajo... Voy a prepararte el desayuno.
            - ¡Caribai! ... te amo, esposa mía... Hoy, y mañana, y más allá de mañana; trabajaré con agrado... Por ti, por nosotros, ¡por este hermoso Valle de La Caracara en el que vivimos! (4)
Jesús Moret y Ferrer
(octubre 2001)

* * *

NOTAS:

(1) fragmentos de “UN SUEÑO” (18-Ene-77)
       © JESÚS MORET Y FERRER, 2001
           Filo-Factura 56 Obra hecha con Amor-Vol.1 No.3

(2) fragmento de “A MI DIOSA” (21-May-76)
       © JESÚS MORET Y FERRER, 2001
           Filo-Factura 56 Obra hecha con Amor-Vol.1 No.4

(3)       Al ESTE ... Filas de Macomaco y La Josefina, donde tiene sus nacientes el río San Diego, cuya cumbre dominante es el pico Caobal, a 1989 metros sobre el nivel del mar.
AL NORTE ... Fila de Los Apios, donde tiene sus nacimientos el río Los Guayos.
            JESÚS BRICEÑO ENRIQUEZ, 1978
            NOCIONES HIDRO-GEOGRÁFICAS DEL ESTADO CARABOBO.

(4)       SAN DIEGO, SUS ORÍGENES Los  primeros pobladores españoles establecieron sus posesiones agrícolas en el amplio valle de la Caracara, donde disponían de abundante agua y mano de obra indígena para sus menesteres y labranzas. Eran en su mayoría aragoneses y sevillanos, por lo que no estaríamos muy alejados de la verdad si suponemos que el apelativo dado de Alcalá, inmediatamente después del nombre San Diego, daba a entender que sus pobladores eran oriundos de aquel lugar ibérico.
            JESÚS BRICEÑO ENRIQUEZ, 1978
            NOCIONES HIDRO-GEOGRÁFICAS DEL ESTADO CARABOBO.

* * *

* FILO-FACTURA 56 Obra hecha con Amor ®
© JESÚS MORET Y FERRER, 2001

Hecho el Depósito de Ley.
DEPÓSITO LEGAL: lf041200080044.A (Volumen 1)
                                   lf041200080044      (Colección)

ISBN: 980-328-743-5 (Volumen 1)
980-328-742-7    (Colección)

Todos los derechos reservados.

Edición original, del autor, limitada a 56 ejemplares.
Este ejemplar (o sus fragmentos enviados por correo electrónico), es un obsequio del autor a sus amigos; queda prohibida su venta y/o reproducción total o parcial por cualquier medio.

Edición, Redacción, Producción, Fotografía e Impresión por: Jesús Moret y Ferrer, San Diego, Carabobo, Venezuela.

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San Diego de Alcalá, obra de Francisco de Zurbarán.

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