EL SEÑOR DE LOS ECOS
© JESÚS MORET Y
FERRER, 2001
Filo-Factura 56 Obra
hecha con Amor-Vol.1 No.5 ®*
I
- ¡Juan José! – llama la india
Tacarí.
- ¡Juan José! – canto triste -;
¡te perdí!
... bajaba una colina
y allá abajo...
un arrollo;
cuyas aguas cristalinas,
resbalaban
suavemente,
entre aquellos
escollos
(esas piedras
durmientes) ...
...
Nadé tras de ti,
que huías juguetona
en dirección al telón
de las aguas
cayentes...
y, allí... (1)
-
¡Relámpago! ¡Relámpago! – se escucharon los gritos de Juan José, llamando a su
caballo.
-
¡Relámpago! ¡Relámpago! ¡Relámpago! ¡Relámpago! ... – respondía el señor de los ecos.
Era
la hora vespertina y los exquisitos colores: rosas, naranjas, violetas, ... del
señor de los crepúsculos, pasaron
desapercibidos ante la inmensa tristeza ...
Juan
José, únicamente, tenía en su pensamiento el rostro de Relámpago (su hermoso caballo alazán); ... una lágrima rodó mejilla
abajo mientras recordaba a su padre ... el día que lo había lazado ... había
sido un salvaje ... ahora quizás había vuelto con los suyos ... la silla de
montar permanecía a un costado del río, sobre una piedra, junto con el resto
del arnés.
-
¿ ... Será que Relámpago al sentirse desprovisto de sus atavíos ... se sintió
libre? – se preguntó Juan José.
Todo
había sido un espejismo ... la hermosa princesa, que Juan José había visto en
el sueño, se había desvanecido entre las cristalinas aguas... Relámpago, había
desaparecido adentrándose en aquellas tierras desconocidas ... tierras sagradas
... tierras donde imperaba el señor de
los ecos y a las que tenía prohibido ingresar.
De
pronto, el señor de las luces también
se alejó ...
- Güi, güe,
güi, güe, güi, güe, ...
- Uhuú, uhuú,
uhuú, uhuú ...
- ¡Plashff!
- ¡Lo maté! – dijo Juan José, aplastando un inmenso
zancudo que se había posado en su antebrazo izquierdo.
- ¡Lo maté!, ¡lo maté!, ¡lo maté! – respondió el señor de los ecos.
- ¡Plashff!,
¡plashff!, ¡plashff! - ... continuó Juan José, literalmente acribillado por
tantos y tantos zancudos.
- ¡Noooooooh!
– gritó desesperadamente.
-
¡Noooooooh!, ¡Noooooooh! – desesperadamente respondió el señor de los ecos.
Había entrado
la noche...
- Gruuuaaa –
un tronco crujió, cual el cerrar de una puerta...
... era una
noche de Luna Nueva ... la espesura de la noche no permitía ver más allá de 6 ó
7 pasos. Alzó la mirada ... y no podía ver ni una sola estrella.
- ¡Noooooooh!
... – volvió a gritar Juan José.
-
¡Noooooooh!, ¡Noooooooh! ... – respondió el señor
de los ecos.
Juan José,
temblando de miedo desesperadamente, entró en pánico ... y, dando vueltas sobre
si mismo ... intentando ver algo a su alrededor, tropezó con una rama, cayendo
de bruces sobre un cují; que la tormenta había arrancado de raíz la noche
anterior. Torturado, por las innumerables heridas que las espinas le habían
producido, intentaba incorporarse; cuando, de repente, al mirar arriba, un
fuerte resplandor... y, seguidamente, un trueno ensordecedor... le hizo
desplomarse nuevamente sobre el cují. Trueno que parecía celebrar el señor de los ecos...
- ¡Noooooooh!
... – gritó Juan José de dolor.
-
¡Noooooooh!, ¡Noooooooh! ... – repitió el señor de los ecos.
En aquel
instante, Juan José sintió la voz de su madre...
- Hijo mío,
te quiero mucho ... Cuando te sientas solo, triste, desamparado ... acuérdate
de mí. ... quizás, entonces, yo no estaré ... y, es que el recuerdo de mi amor
te permitirá ser valiente y enfrentar cualquier dolor ... y, como dijo un buen
señor:
“¡Si
en tu camino encuentras espinas;
busca,
y encontrarás rosas!”
Había
empezado a llover ... ya sentía sus ropas y cuerpo empapados.
Una segunda
luz y un segundo trueno más fuerte que el anterior..., seguido de las burlas
del señor de los ecos, hizo que Juan
José elevara su mirada... Era tan fuerte el dolor que le producían las
espinas...; cuando recibió un baño de agua sobre su rostro (era una inmensa
hoja que, habiendo acumulado gran cantidad de agua, no había podido resistir
más, dobló, y vació su caudal sobre Juan José).
II
Juan José
despertó ... y, sentado a un costado de la cama, observó a Caribai (su hermosa
esposa) y, reflexionando, se dijo a si mismo:
-
“... nuestros actos, no deben ser volátiles como nuestros sueños ... nuestros
actos, deben ser producto de nuestras realidades ... deben ser trabajados ... nuestros pasos deben
estar impregnados de amor, de alegría ... la vida, no debe ser una aventura...”
– y, se recostó preguntándose:
-
“¿Cuántos de tus encantos aún no conozco?, ¿Qué tantas cosas bellas aún
escondes, en esas, tan lejanas estrellas? ¡Oh mi gran diosa, Naturaleza!”. (2)
Y,
volvió a dormir...
III
Ya amanecía en
el valle de los ecos... Juan José,
recuperado, pudo disfrutar a plenitud de los rosas, naranjas, azules y primeros
rayos del sol naciente.
- ¡Maco!,
¡Maco! – repitió suspirando, mientras observaba las montañas del este y recordaba
al explorador aragonés que solía decir ¡Macu!
(lindo) ...
- ¡Macu Maçó!
-(lindo pico), repitió en alta voz.
- ¡Macu Maçó!,
¡Macu Maçó! – insistió el señor de los
ecos.
... mirando a
su derecha, afirmó:
- ¡Allí,
sembraremos “Apios”! (3)
...
y, prosiguió, pensando:
-
“Aprovecharé la luz de este bello día, para continuar explorando este, tan
maravilloso, valle; antes de ir a contar a mis tíos Tacacariguas, y a mis tíos
de Sevilla y de Aragón... que todo el dolor, que anoche sentí,... fue tan solo
porque, al entrar, no solicité el debido permiso. Así pues,” – continuó,
pronunciando estas palabras:
-
¡Pido permiso al señor de los ecos,
para estar en su territorio!
...
y, continuó caminando hacia el norte, encontrándose con otro río; al cual se
acercó y, pidiendo permiso para ensuciar sus aguas, lavó sus manos y su cara...
cuando, sorprendentemente, observó en el espejo de las cristalinas aguas su
rostro; pero, mayor fue la impresión, cuando vio otro rostro en las aguas...
volviendo atrás la mirada; para constatar la presencia de...
-
¡Estoy solo! – ¡gritó!
-
¡Estoy solo!, ¡Estoy solo! – respondió el
señor de los ecos.
Y,
observando nuevamente las aguas, gritó:
-
¡Cara!, ¡Cara!; ¡Cara!, ¡Cara!
-
¡Cara!, ¡Cara!; ¡Cara!, ¡Cara!; ¡Cara!, ¡Cara!; ¡Cara!, ¡Cara! – respondió el señor de los ecos.
Juan
José, pudo observar en las aguas, La Imagen del segundo personaje completamente
y, atónito, cayó de rodillas... Vestía igual hábito que “su tío” el misionero franciscano de Aragón; pero
su rostro era joven... y llevaba un canasto con panes... Juan José, de
rodillas, empezó a rezar.
-
Padre nuestro... danos hoy nuestro pan...
Diciendo
esto, extendió su mano derecha; para alcanzar una guayaba que venía río abajo.
Y, en aquel instante, escuchó una voz como la de su padre; que parecía venir de
La Imagen en las aguas...
-
Juan José, algún día serás grande... deberás saber, entonces, que nuestra
existencia debe “corresponder a individuos organizados”..., responsables, y
deseosos de servir; como dijo un buen señor: “¡Trabajar es: procurar que una
belleza ordenada nos rodee!”
La
Imagen... se desvaneció.
Ya
el sol había remontado el cenit y Juan José decidió regresar a la tierra de los
tacariguas ... Estaba ansioso de dar la noticia de su buena ventura ... a su
madre Tacarí, a su padre Juan El
Sevillano, y a sus tíos tacariguas, tíos sevillanos y tíos aragoneses...
Debían perder el miedo a esas “tierras
prohibidas” del señor de los ecos.
IV
Juan
José, contó su historia y todos le creyeron y, al siguiente día, colmados de
emoción le siguieron... Muy temprano, en la mañana, entraron al valle; no sin
antes, pedir permiso al señor de los ecos...
Juan José, les mostró el cují que le había producido las heridas... y,
continuaron valle adentro ... les mostró las montañas “Macomaco” y también las
del norte, diciéndoles:
-
¡Allí, sembraremos “Apios”!
Luego,
los llevó al hermoso surco de aguas... y todos estuvieron de acuerdo en fundar
un pueblo a la margen derecha... se llamaría SAN DIEGO DE ALCALÁ en memoria del
señor de los panes ... habría de ser
un poblado muy especial...
-
Debemos planificarlo bien, ver con que recursos contamos ... hacer bien las
cosas desde el principio ... y, ¡siempre hacerlas bien! ... Hacer, de nuestro
trabajo, una experiencia que nos invite a disfrutar de la “buena aventura de
vivir”...
-
¡Relámpago!...
-
¿Sí?, mi amor. – dijo Caribai, encendiendo la luz de la habitación... - Debes levantarte para ir al trabajo... Voy a
prepararte el desayuno.
-
¡Caribai! ... te amo, esposa mía... Hoy, y mañana, y más allá de mañana;
trabajaré con agrado... Por ti, por nosotros, ¡por este hermoso Valle de La Caracara en el que vivimos!
(4)
Jesús Moret y Ferrer
(octubre 2001)
* * *
NOTAS:
(1) fragmentos de “UN SUEÑO” (18-Ene-77)
© JESÚS MORET Y
FERRER, 2001
Filo-Factura 56 Obra hecha con Amor-Vol.1 No.3
(2) fragmento de “A MI DIOSA” (21-May-76)
© JESÚS MORET Y
FERRER, 2001
Filo-Factura 56 Obra hecha con Amor-Vol.1 No.4
(3) Al
ESTE ... Filas de Macomaco y La Josefina, donde tiene sus nacientes el río San
Diego, cuya cumbre dominante es el pico Caobal, a 1989 metros sobre el nivel
del mar.
AL NORTE ... Fila de Los Apios,
donde tiene sus nacimientos el río Los Guayos.
JESÚS BRICEÑO ENRIQUEZ, 1978
NOCIONES
HIDRO-GEOGRÁFICAS DEL ESTADO CARABOBO.
(4) SAN
DIEGO, SUS ORÍGENES Los primeros
pobladores españoles establecieron sus posesiones agrícolas en el amplio valle
de la Caracara, donde disponían de abundante agua y mano de obra indígena para
sus menesteres y labranzas. Eran en su mayoría aragoneses y sevillanos, por lo
que no estaríamos muy alejados de la verdad si suponemos que el apelativo dado
de Alcalá, inmediatamente después del nombre San Diego, daba a entender que sus
pobladores eran oriundos de aquel lugar ibérico.
JESÚS BRICEÑO ENRIQUEZ, 1978
NOCIONES
HIDRO-GEOGRÁFICAS DEL ESTADO CARABOBO.
* * *
* FILO-FACTURA 56 Obra hecha con Amor ®
© JESÚS MORET Y FERRER, 2001
Hecho el Depósito de Ley.
DEPÓSITO LEGAL: lf041200080044.A (Volumen 1)
lf041200080044 (Colección)
ISBN: 980-328-743-5 (Volumen 1)
980-328-742-7
(Colección)
Todos los derechos reservados.
Edición original, del autor, limitada a 56
ejemplares.
Este
ejemplar (o sus
fragmentos enviados por correo electrónico), es un
obsequio del autor a sus amigos; queda
prohibida su venta y/o reproducción total o parcial por cualquier medio.
Edición, Redacción,
Producción, Fotografía e Impresión por: Jesús Moret y Ferrer, San Diego,
Carabobo, Venezuela.
- - -
San Diego de Alcalá, obra de Francisco de Zurbarán.
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