El "Sacrificio de Ifigenia"./ Arriba, parte central del mosaico encontrado en la ciudad romana de Ampurias, Gerona, Cataluña.

El mosaico emporitano del Sacrificio de Ifigenia, fue descubierto en 1848, siendo pieza importante de los restos de una casa romana; ya que constituía el recuadro central del pavimento de una de sus habitaciones. Dicho recuadro mide 60 centímetros de altura por 55 centímetros de ancho./ Abajo a la derecha.

jueves, 14 de febrero de 2013

¿Cuánto me darán ... ?


 Estampillas de Venezuela - Serie "Historia" (1993)

Estampillas de Venezuela - Serie "Historia" (1994) y
Servicio Judicial (1993, habilitada para correos)

Pregunta de la semana:
(un amigo me informa que
una tercera persona ha recibido una vieja colección de estampillas...)

¿Qué valor puede tener?

Por supuesto, habría que verla...
... Quienes reciben un viejo clasificador lleno de estampillas, pueden pensar que ha llegado a sus manos "una fortuna"; pero, en la mayoría de los casos "eso no es así". En primer lugar porque, por lo general, en un clasificador no hay una colección formal. En segundo lugar porque, la mayoría de las veces, las piezas fueron colocadas allí y, allí han pasado mucho tiempo, sin mayores cuidados (sin ni siquiera "airearse").
Aún tratándose de estampillas que "originalmente en buen estado" hayan sido "bien colocadas" en un álbum, estas pueden haber sufrido -al paso del tiempo- cierto nivel de deterioro; siendo lo más frecuente "la presencia de óxido" y/o haber sido objeto de antiguas y malas praxis; por ejemplo: "presencia de charnela" (forma obsoleta de fijación).

... Comúnmente, los precios en catálogos son referencia para comerciantes. La mayoría de los intercambios, entre filatelistas puros, se asemeja más a lo que hacen los niños con las colecciones de cromos (barajitas): persisten las formas "una que no tengo por una que no tienes"; y, "si -entre todas tus repes- no hay ninguna que necesite, o me das cinco por una o no hay trato". Porque, en el fondo, lo que interesa es ir completando la colección.
Por estas razones, y porque cada quien tiene su(s) colección(es), tampoco es raro que -por muy entretenido que resulte- revisar un viejo clasificador o una caja llena de estampillas, al final te digan "solo me interesan estas tres (el resto las tengo o, sencillamente, no las colecciono)". En el mejor de los casos, la respuesta puede ser: "te doy 60 bolívares por todo (porque ese es mi presupuesto mensual para la correspondencia; así aunque estaré un mes sin enviar cartas, el próximo mes ya tendré estampillas para intercambio)".
... Es habitual, que la mayoría de los ejemplares -en o fuera de subasta- se ofrezcan tomando como base un 10% del precio de catálogo. Únicamente alcanzarán un precio del 50% -o más- las "difíciles de conseguir" y/o "los clásicos". Estos últimos subirán al ritmo de la puja y ya ustedes saben... Sin embargo, es cuestión de estrategias... La paciencia es la mejor de todas. Se pueden obtener clásicos a muy buen precio si no se participa en la subasta (cuando, al cierre, un ejemplar no se ha vendido; se puede adquirir a precio de salida).

A todas estas, el que un ejemplar sea raro no depende de lo antiguo que este sea. Es cuestión de oferta y demanda: por ejemplo, una estampilla que tenga más de cien años tendrá poco valor si de ella se hicieron dos millones de ejemplares y "todo el mundo la tiene". Caso contrario, sucede, cuando una estampilla ha sido objeto de una tirada corta; y, es difícil de conseguir, aunque haya sido emitida el año pasado.

En consecuencia, un viejo clasificador en el que se "colectaron" cierta cantidad de estampillas puede valer muy poco o casi nada. En una ocasión, después de examinar un clasificador, dije: "pienso que vale más el clasificador que el contenido"; se trataba de un pequeño y antiguo clasificador de cuero repujado ("bonito" e "interesante", haberle visto; pero, "ni que hubiese pertenecido a un príncipe persa..." No tenía lugar en mi colección; porque, "no colecciono eso").
Jesús Moret, 14 de febrero del 2013.

Pero, mi verdadera respuesta continúa siendo la misma y la copio a continuación:

¿Cuánto me darán ... ?

La crisis político-económica y socio-cultural en la que estamos inmersos, ha terminado por “destapar” gran cantidad de “intentos filatélicos del pasado”.

Entre filatelistas, resulta comprensible y familiar la figura del “colector”. Éste, en algún momento - y durante cierto período (más o menos prolongado) -, ha sentido especial atracción hacia los sellos de correo. En Julio de 1978, “Filatelia Pura”, fue mi primer intento - escrito - por “establecer diferencias”; entre esa atracción inicial, correspondiente al período o “fase pre-clasificatoria” y el hecho de haber traspasado el umbral de la filatelia.

Arte, Conocimiento y Afición (virtuosismo, habilidad y destreza - práctica y estudio - y amor), son “valores” en los que se auto-educa el filatelista. Con madurez, al asumir la responsabilidad de nuestro propio aprendizaje, se van perfeccionando facultades intelectuales y morales (vamos encaminando, y sistematizando, nuestro propio desarrollo); a la vez, asumimos la responsabilidad de nuestra obra, afinando los sentidos, los buenos usos y maneras.

De tal forma, resulta que: quizás “para justificarnos ante los demás”, algo puso precio a todo. Así, ¡lo nuestro tiene valor! Sí, ¡claro que lo tiene!; pero, aunque le permita al profano observar mi colección, únicamente verá “la punta de mi iceberg” ... la filatelia va más allá ... a través de nuestra mente ... muy profundamente (religiosamente).
¿Cuánto creen que vale? ... ¡NO SE PUEDE VENDER! ... por ello, a la pregunta ¿Cuánto me darán ... ?, responderé con firmeza (sin necesidad de entrar a descalificar las piezas, como: “oxidadas, adelgazadas, dobladas, desdentadas, con marcas de charnela, etcétera-criticables”) ¡No venda la colección de su padre! Busque que hacer para “revivir el espíritu de su abuelo”.

Jesús Moret y Ferrer, 14 de febrero del 2004.

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