La crisis político-económica y socio-cultural en la que estamos inmersos, ha terminado por “destapar” gran cantidad de “intentos filatélicos del pasado”.
Entre filatelistas, resulta comprensible y familiar la figura del “colector”. Éste, en algún momento - y durante cierto período (más o menos prolongado) -, ha sentido especial atracción hacia los sellos de correo. En Julio de 1978, “Filatelia Pura”, fue mi primer intento - escrito - por “establecer diferencias”; entre esa atracción inicial, correspondiente al período o “fase pre-clasificatoria” y el hecho de haber traspasado el umbral de la filatelia.
Arte, Conocimiento y Afición (virtuosismo, habilidad y destreza - práctica y estudio - y amor), son “valores” en los que se auto-educa el filatelista. Con madurez, al asumir la responsabilidad de nuestro propio aprendizaje, se van perfeccionando facultades intelectuales y morales (vamos encaminando, y sistematizando, nuestro propio desarrollo); a la vez, asumimos la responsabilidad de nuestra obra, afinando los sentidos, los buenos usos y maneras.
De tal forma, resulta que: quizás “para justificarnos ante los demás”, algo puso precio a todo. Así, ¡lo nuestro tiene valor! Sí, ¡claro que lo tiene!; pero, aunque le permita al profano observar mi colección, únicamente verá “la punta de mi iceberg” ... la filatelia va más allá ... a través de nuestra mente ... muy profundamente (religiosamente).
¿Cuánto creen que vale? ... ¡NO SE PUEDE VENDER! ... por ello, a la pregunta ¿Cuánto me darán ... ?, responderé con firmeza (sin necesidad de entrar a descalificar las piezas, como: “oxidadas, adelgazadas, dobladas, desdentadas, con marcas de charnela, etcétera-criticables”) ¡No venda la colección de su padre! Busque que hacer para “revivir el espíritu de su abuelo”.
Jesús Moret y Ferrer
14 de febrero del 2004.
14 de febrero del 2004.
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